La creación de una obra

 

proceso creativoEl proceso creativo, no es resultado de una inspiración divina que  por obra y milagro concluye espontáneamente en la creación de una obra.

No es así, incluso cuando se nos habla de que al principio todo era oscuridad. Intuimos no solo una creación anterior “del verbo”, sino también la existencia de una consciencia que reflexiona y piensa. Cómo entonces nosotros, pobres mortales, podemos afirmar que nuestra obra es única y rechazar las fuentes del conocimiento.

Al igual que el creador, partimos de la “palabra” y de la propia “existencia”, para tratar de ocupar un vacío existencial, una inquietud.

La mitología judía, nos aporta una versión más rica de este creacionismo.

El mundo se plantea como resultado de un proceso creativo en que el verbo pugna, esas 22 consonantes y 10 vocales, en un “totus revolutum” tratando de ordenarse por medio de la reflexión con la oscuridad como telón.

Me lo puedo imaginar como anciano de canos cabellos flotantes, con los párpados cerrados, flotando como pensador ausente, con la poesía de la palabra, tratando de encajar unos versos que no acaban de convencerle, una rima que no conjuga. Hasta que se hace la luz y abriendo los ojos todo fluye y se reúne justo en el lugar y el momento adecuados.

Como creadores, debemos entender que nada surge del vacío, no podemos ignorar la herencia de nuestros hijos. El verbo ya existía, lo que es diferente es el “orden”, esa es la clave del proceso.

Piensa en el mapa genético, compartimos un ADN con las mismas letras. ¿En qué nos diferenciamos entonces?

Aquello que nos dota de una identidad es la manifestación de duplicidades, eliminaciones o alteraciones en el orden. Por tanto, sin la existencia del caos, todos seríamos idénticos, replicantes de la no existencia.

En consecuencia, todo lo que hacemos por tanto parte una premisa, como seres humanos compartimos el mismo abecedario, no está en nuestras manos siquiera la posibilidad de salirnos de ese guión.

Luego, lo que entendemos por proceso creativo es en realidad transformación, el establecimiento de un nuevo orden no es una revolución, más bien se asemeja a una evolución.

No hemos de tener miedo a admitir que nuestra voluntad de crear ha empleado como materia prima el orden de otros, no hay vergüenza en tratar de iluminar lo que entendemos caótico.

Todo lo que sucede volverá a suceder, la rueda gira en un sinfín, por tanto no hay hechos, sólo interpretaciones y cada una de ellas supone una creación única, con la esencia y el alma del sujeto.